Radón: el gas que afecta a tu vivienda y a tu salud
Cambios en la normativa de la construcción permiten una mayor concienciación sobre los efectos de este gas radioactivo
El radón es un gas radioactivo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se posiciona como la segunda causa de cáncer de pulmón en un espectro mundial, solamente después del tabaquismo. Su proceso de creación es de origen natural y se produce por la desintegración del uranio en rocas y suelos y, en menor grado, en aguas subterráneas.
La detección del radón se complica por sus características compositivas: es un gas inoloro, insípido e incoloro. Afecta directamente a la salud pulmonar cuando, al inhalar sus partículas, se introducen en la superficie de las vías respiratorias, con posibilidad de dañar el ADN y, en consecuencia, producir cáncer.
Una exposición prolongada a este gas, como la que se produce en el hogar o en la zona de trabajo, es lo que lo convierte en un peligro para la salud pública. El arquitecto Fernando Navas, con 30 años de experiencia en la profesión, nos acerca a este fenómeno desde el sector de la construcción, invisibilizado en España hasta hace unos años: “en 2019 es cuando se comienza a incluir en las normativas”. Desde ese año, el Código Técnico de la Edificación (CTE) concreta la manera de proceder por parte de los profesionales de la arquitectura ante la construcción de edificios y casas en zonas con peligro de infiltración de radón.
Uno de los aspectos esenciales de esta normativa es la clasificación de los municipios de España en dos zonas en función de la posibilidad de concentración de este gas en un nivel superior al de referencia. El Consejo de Seguridad Nuclear, en la elaboración del mapa por división de zonas, tiene en cuenta las edificaciones con un nivel superior a 300 bequerelios por metro cúbico, unidad de radioactividad empleada para medir la presencia de este gas. Sin embargo, organizaciones expertas, como la OMS, indican que el único nivel seguro de radón es la ausencia de este.
El gas emana con bastante presencia en las zonas graníticas, por eso “los puntos en los que hay más concentración de roca granítica, como la zona de Galicia, la zona centro de Cáceres, Madrid y Ávila; la zona de Badajoz y, en el sur de España, la zona límite con Extremadura y la sierra de Sevilla” son clave en la aplicación de la normativa. En Córdoba, el Valle de los Pedroches es el lugar mayormente afectado.
Penetración en viviendas y locales
La filtración en las viviendas se produce en mayor medida a través del terreno. Por la cercanía con el suelo, las plantas inferiores de los edificios, como los sótanos, son las zonas donde se encuentra una mayor concentración del gas radón, coincidiendo además con sectores habitables que cuentan con menor ventilación. Otras vías de penetración son la envolvente de la casa (que separa el interior del exterior) y las grietas.
Además del terreno, existen otras fuentes de entrada como los materiales de construcción, pudiendo ser, en palabras del experto, las encimeras de granito, o el agua procedente de pozos o manantiales destinadas al consumo humano. Sin embargo, el radón bajo estas circunstancias suele contar con un nivel de presencia reducido.
Rehabilitación de edificaciones frente al radón
Para viviendas de nueva planta en la zona I (con municipios cordobeses como Almodóvar del Río o Espiel), se puede proceder con la creación de una barrera de protección que favorece el aislamiento de la envolvente más cercana al suelo. Tal y como nos indica el experto, una medida que reduce la concentración del gas antes de que se introduzca en el local es “la colocación de una cámara de aire entre la vivienda y el terreno para que se encuentre lo suficientemente ventilada, respetando los porcentajes que están marcados en la norma y que son de obligado cumplimiento”.
Para los proyectos implementados en la zona II (entre los que encontramos la provincia de Córdoba o El Viso), se procederá obligatoriamente a construir la barrera de protección y se podrá elegir, bajo criterio del arquitecto y en base a las exigencias del terreno, entre la creación de una cámara de aire o la despresurización del terreno.
No solamente será importante proceder ante obra nueva, sino que no se debe olvidar de los edificios existentes en los que se intervendrá con ambición de reforma. En estos casos, se sellarán los cerramientos directamente conectados con el terreno y se incrementará los niveles de ventilación.
Actualidad del radón en la construcción
Para que estas medidas sean de aplicación, Navas advierte que es esencial “el despliegue en los municipios mayormente afectados por el gas radón de mediciones con aparatos homologados, sobre todo, en las viviendas que ya existen y que pueden correr un peligro mayor”.
En la misma línea, el Laboratorio de Radón de España asegura que las mediciones que se despliegan en el largo plazo son más efectivas y veraces, debido a que la concentración del radón varía dependiendo del momento del día y de la estación del año. De este modo, durante la noche y en los meses de invierno el gas cuenta con mayor presencia por la prevalencia de menor ventilación.
En la actualidad, los imperativos del Código Técnico de Edificación en lo relativo al gas radón se están extrapolando a la práctica de la urbanización. “Normalmente en las zonas que están más afectadas por el gas, los ciudadanos son más conscientes de su existencia”, por lo que su traslado a los planos de viviendas de nueva planta y a reformas de las ya existentes es más sencillo. Sin embargo, el experto en arquitectura también destaca que es un tema que todavía genera reservas en el sector, restando visibilidad y efectividad a la normativa.
“Hay reticencias en el sentido de que la construcción es muy tradicional y cualquier innovación por parte de una normativa es difícil de llevar a la práctica”, afirma Navas. Además, advierte que es un tema delicado sobre el que debería existir mayor concienciación en la sociedad española, como ocurre en otros países como Irlanda o Escocia.